viernes, 1 de febrero de 2013

LA VIDA ES ESTO

La vida es esto.
Con estas sabias palabras, un viejo hombre de barrio, ataviado con su gorra comunista, sus inseparables tirantes y su abnegado bastón, por fin dio tajante y definitiva respuesta a la pregunta que, desde los albores de la Humanidad, se han formulado pensadores, científicos, observadores, psicólogos y demás estudiosos de la especie humana, todos ellos con escaso éxito.
¿Qué es la vida?
La vida es esto, le dijo mi querido y admirado Andrés a su amigo Esmeraldo mientras aquél le daba un codazo preñado de agradecimiento, complicidad y alcohol, y miraba satisfecho la larga mesa cubierta con los restos de una, otra, entrañable y divertida comida y a los amigos de toda una vida que, con los buches llenos y los ojos inyectados de sopor, asentían ante el viejo filósofo.
¿La vida?
La vida es esto.
La vida es quedar un domingo de invierno, cargados con bolsas de comida, termos de café y cajas de buen vino, tempranito para ir de “calçotada”.
La vida es saludar a los viejos amigos y bromear con el mismo afecto de siempre, como si el tiempo no hubiera erosionado, en absoluto, los lazos, cada vez más fuertes, hechos de tiempo, paciencia y complicidad.
La vida es recibir los cálidos besos de todos los miembros de la peña en esa gélida mañana de invierno.
La vida es ver los rostros sonrientes, expectantes, generosos, aliviados de los anfitriones de la gran casa al vernos llegar con retraso.
La vida es comprobar cómo la vieja casa sigue en pie, con sus aperos de labranza, sus piedras grabadas de historias y sus secretos.


La vida es convertir a los gallos de la casa, sin saber cómo ni por qué (no cuenta el efecto del vermú, la cerveza, el vino, el cava y las brasas de la parrilla) en unos auténticos "pollos folladores".


La vida es contemplar durante un buen rato el fuego, catártico, purificador, fértil, hipnotizador, sin pensar en cómo va a dejar la ropa -ya se lo digo yo, apestosa de humo y de brasa-.
La vida es escuchar las explicaciones de un nuevo proyecto, un programa sobre puentes (quizás sea eso lo que necesitamos precisamente: puentes que nos unan más en este tiempo de desesperanza, desengaño y desconfianza).
La vida es quemarse con los “calçots” y la parrilla mientras los aguerridos hombres de campo me recuerdan dónde está el Paseo de Gracia (¿por qué será?)
La vida es acordarse de los políticos, banqueros y demás ladrones, estafadores, corruptos mientras vemos cómo se chamuscan los chorizos en la parrilla.


La vida es sentir cómo el campo aguza los sentidos y abre el apetito (¡¡¡por favor, qué manera de comer y de beber!!!)


La vida es competir para ver quién come más “calçots”, quién la dice más gorda y quién es el más porno en materia de “calçots” y de todo lo que se le parezca. (Sí, ya sé, parece lo que parece -¿o es mi mente un tanto cochina?-. Por favor, absténganse de recurrir a la broma fácil... Jajajaja)


La vida es deleitarse con los postres caseros de las mujeres de la peña y disfrutar sin pensar en las calorías, en el colesterol, en el azúcar...
La vida es despedirse de las cervecitas durante un tiempo para "purificar" la sangre y ponerse bueno.
La vida es echar de menos la caja de Infinity.
La vida es ser testigo (con el beneplácito de los dueños de la casa) de la riqueza que en ella albergan: juguetes antiguos, libros viejos, arcaicos muebles, todo un museo perdido en el tiempo y en la historia,  el testimonio de toda una vida que nos recuerda quiénes fuimos y quiénes somos ahora.
La vida es tener en la habitación un semáforo de verdad. Cuando el dueño de ellame lo comentó, pensé que se estaba quedando conmigo. Cuando comprobé in situ que era cierto, flipé en colores. ¡¡Ole tus cojones!!!
La vida es sacrificarse para estudiar los exámenes que esperan el lunes en vez de ver el partido del Barça.
La vida es soñar con nuevos encuentros: la exposición de El Roto, un partido en el Camp Nou, los 10 años del Guateque de la peña, más partidos del Barça, más fiestas mayores, más "calçotadas"…
La vida es colaborar para que el día salga redondo: preparar el almuerzo, hacer la comida, fregar los platos…
La vida es celebrar el triunfo de España en el Campeonato Europeo de balonmano sin que, en ese instante, se interpongan otros sentimientos.
La vida es volver a la infancia y cantar al conductor del autocar aquello de "señor conductor, acelere, acelere". (Era en el viaje de vuelta y ya se pueden imaginar ustedes la causa de esa vuelta -valga la redundancia- al pasado)
La vida es ver a mi chico feliz y yo, feliz junto a él.
La vida es tener un buen objetivo.


La vida es reír, reír, no parar de reír (aunque sea por el efecto del alcohol), porque ya lloraremos cuando llegue el momento, ¿no?
La vida es llegar a casa agotada y darse una ducha de agua caliente para desprenderese del olor a humo y parrilla pero no del sabor de lo sentido.
La vida es dar gracias por todo lo vivido.

¿La vida?, nos preguntábamos tú y yo... (con tu permiso)



Cuánta razón tienes, mi buen amigo Andrés. La vida es, sencillamente, esto.


¿Y nos parece poco?


PD. Todas las fotos son de PedroClick.
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